Vivimos en una época difícil si hablamos de alimentación infantil, y la verdad, me resulta chocante teniendo en cuenta que vivimos en el siglo XXI, que las medidas higiénicas y de seguridad alimentaria no pueden ser mejores, que la variedad de alimentos disponibles es cada día mayor y que por suerte, en los países occidentalizados, no existe hambruna, precisamente. ¿Y entonces?
¿Por qué es una época difícil? Podría hablar de nuevo de políticas gubernamentales a la antigua usanza, de ciencia sesgada por la industria alimentaria y farmacéutica, y del “nutricionismo” del que todos hablan, pero no. Creo que ya sabéis de qué va ese tema. Hoy prefiero hablar de información con sentido, con sentido común, y es que la realidad es que las familias de hoy en día reciben la información sobre alimentación infantil de 2 núcleos principales: por un lado pediatras y enfermeros (que en algunos casos están desactualizados) y grupo de WhatsApp, Facebook e Instagram por otro, y sinceramente, en muchos casos, ni unos, ni otros son fuentes fiables.
Como ya confesé en este artículo, la alimentación infantil es la parcela de mi profesión que más frustración me supone. La falta de información en la población general y en profesionales sanitarios, es brutal y parece que todo se soluciona diciendo “da igual, si son niños…”, cuando más bien debería ser al contrario. Son niños. Son vulnerables. Su cuerpo está madurando. Su sistema inmunitario desarrollándose. Su aparato digestivo tolerando. Sus sentidos a flor de piel y su capacidad de absorber conocimiento del mundo y de quienes les rodea, ya ni te cuento. ¿Por qué entonces, si todos somos conscientes de esta vulnerabilidad no tenemos la información suficiente de cómo alimentarles de manera saludable?
Las tres pautas más fiables sobre alimentación en el primer año de vida:
1) Lactancia materna exclusiva y a demanda hasta los 6 meses. Este mensaje lo tenemos grabado a flor de piel. Nos lo dice la Organización Mundial de la Salud y la vecina del quinto. Todos de acuerdo. Sabemos los beneficios que supone para mamá y bebé, y que la leche materna es el único alimento que tiene lo que hay que tener para poder llamarle “Superalimento”.
La realidad, es que aunque debería ser la primera opción y lo normal, lo habitual en nuestros días es que la lactancia materna se sustituya por artificial (porque no se puede, no se quiere o no hay información que apoye las dudas y el proceso que supone). Por otro lado, la realidad es que en la mayoría de los casos, ya sea leche materna o de fórmula, a los cuatro meses se empiezan a incorporar papillas, por lo que, lo de los seis meses tiende a saltarse a la torera y esto puede acarrear consecuencias para la salud del bebé. Vivimos en un mundo de prisas, sin duda… y además, en este punto, todos los productos que encontramos como “mi primer…” (potito, galletita, yogur o lo que sea), y la necesidad que generan en los padres, hacen flaco favor.
2) Introducción de alimentos, alimentación complementaria o beikost. La alimentación complementaria (complementaria a la leche materna/fórmula), se inicia cuando el niño es capaz de mantener la cabeza erguida, muestra interés por coger alimentos u objetos y llevárselos a la boca y coordina ojos, manos y boca. En este momento, que suele ser a los 6 meses, es cuando entran en juego los alimentos sólidos, y es aquí cuando llega el verdadero enredo y el tirón de pelo. En primer lugar porque no hay un consenso en el orden de introducción de alimentos de modo que el protocolo es diferente en cada comunidad autónoma y el consejo variable en función de la boca de quien salga. Ya ni te cuento si comparamos los calendarios de reintroducción de alimentos de España con otros países como Reino Unido. Y es que la realidad es que no existe evidencia científica de que sea mejor introducir primero un grupo u otro de alimentos.
Tampoco existe evidencia de que los alimentos más alergénicos como el huevo, el pescado o los frutos secos y semillas (siempre tostados previamente y ofrecidos en crema junto a otros alimentos) deban introducirse tardíamente para prevenir el desarrollo de alergias. Al contrario, todo apunta a que cuanto más tarde se introducen, hay más riesgo de desarrollar alergias. Lo importante es vigilar la tolerancia introduciendo los alimentos más alergénicos paulatinamente y distanciados en el tiempo, por ejemplo cada 3 días.
Antes del año de vida no se debe ofrecer:
(* No ofrecer hasta los 3 años y ** No ofrecer hasta los 5 años)
Por lo demás, cereales (incluido el gluten), frutas y hortalizas, legumbres, carnes, pescados y huevos, aceite de oliva, frutos secos en crema y agua se pueden introducir sin problema. El queso de buena calidad y bajo en sal, así como el yogur se podría introducir en pequeña cantidad como parte de otras preparaciones.
A partir de aquí podríamos decir que hay dos vías:
3) Buscar apoyo y fuentes fiables: Mi primer consejo es que cada familia debe escoger la opción con la que más a gusto se encuentre en base a su realidad y a sus valores. Se escoja la opción que se escoja lo principal es buscar siempre información fiable que proceda de fuentes fiables, y que siempre, siempre, siempre, antes de renunciar a llevarla a cabo, busquemos apoyo. Existen grupos de apoyo y profesionales especializados tanto en lactancia materna, como en baby led weaning que os aseguro, que os pueden apoyar mucho en la alimentación saludable de vuestros bebés.
Artículo escrito por Victoria Fagúndez Rodríguez, Dietista – Nutricionista. Podéis seguir a Victoria en su página de Facebook e Instagram
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