Agricultura urbana o cómo comenzar un negocio agrícola en el patio de casa

Parece que cultivar en las grandes ciudades puede llegar a ser algo utópico; estamos acostumbrados a ver las grandes extensiones de monocultivos a las afueras de las metrópolis. Este es un negocio que implica la deforestación a gran escala, el uso de pesticidas, la erosión de los suelos, el aumento de las inundaciones, la contaminación de los acuíferos, pérdida de biodiversidad, entre otras cosas.

Hay más millones de hectáreas de césped repartidos por miles de hogares europeos. Estas extensiones improductivas de hierba representan un coste financiero y ambiental significativo. Sin embargo, estos jardines y patios pueden ser contemplados como una fuente de oportunidades.

El acceso a la tierra es una barrera importante para muchas personas que quieren entrar en el sector agrícola por lo que la cesión de terrenos públicos suele ser una gran opción para aquellos que desean iniciarse en las huertas urbanas. Un gran ejemplo de ello lo encontramos en Benicalap, Valencia (España), Donde fueron cedidos 400.000 m2 de solares vacíos y abandonados para la gestión ciudadana. Se pretende impulsar desde el gobierno un proyecto de huertos urbanos  para que sean cuidados por asociaciones vecinales. El objetivo es recuperar espacios y realizar un cambio en el concepto de jardinería.

¿Cómo transformar un jardín decorativo en un huerto comestible?

Los patios urbanos tienen un enorme potencial para los aspirantes a agricultores que desean formar parte de este movimiento creciente. Es decir, basta de césped y de un consumo insostenible de agua; el huerto es la forma más sostenible de jardín.

Por esta razón, cada vez hay más iniciativas que promueven la huerta orgánica a pequeña escala, estimulando a las ciudadanos a ser consumidores responsables. Todo ello haciendo hincapié en el comercio local, el slowfood y la soberanía alimenticia como un modelo sostenible, económico  y de bajo impacto ambiental.

Curtis Stone es un emprendedor canadiense que tuvo una excelente idea: decidió iniciar su propio negocio montando su huerta orgánica. Al ver que la demanda de alimentos frescos y orgánicos superaba su capacidad de producción empezó a alquilar parcelas de tierra, jardines y los patios de sus vecinos.

Poco a poco, su negocio fue ganando popularidad transformándose en un referente. Fue entonces cuando comenzaron a aparecer personas interesadas en aprender su método. Así fue como Curtis empezó a dar talleres y escribió un libro llamado Urban Farmer (Granjero urbano), que introduce a las técnicas orgánicas intensivas con un enfoque comercial.

En el 2010, impulsó un nuevo proyecto denominado Green City Acres, un huerto urbano donde los vecinos colaboran para cultivar vegetales y hortalizas sin utilizar productos químicos para luego venderlos localmente. Los miembros de la comunidad que se comprometen con el proyecto ceden parte de los jardines y, a cambio, reciben una cesta semanal de alimentos.

Todo lo que se cosecha se vende a los restaurantes y mercados de los agricultores. Además, pueden generar ganancias entre 75.000$ y 100.000$ en una temporada de ocho meses.

La iniciativa de Curtis aboga por generar lazos comunitarios fuertes y trabajar cooperando, no compitiendo. La decisión de lograr una mejor calidad de vida y alcanzar la rentabilidad pueden ir de la mano. Si nos ayudamos podemos generar cambios radicales en nuestra sociedad.

¡Viva la soberanía alimentaria y el consumo de proximidad!

Artículo escrito por Diseño Social / En Facebook

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