Las alternativas al petróleo existen. Desde utilizar transporte público, moverse a pie o en bici, suprimir aquellos desplazamientos no necesarios en coche, compartir coche, utilizar tren en vez de avión… ¿Sabías que un vuelo Madrid-Barcelona produce, por pasajero, 141 kilos de CO2, mientras que ir en tren supone 18 kilos por pasajero?
Las abrumadoras cifras para determinar cuáles son las industrias más contaminantes, son eso, abrumadoras. Después de mucho investigar (en calidad de no-científica), y una vez leídos mil tecnicismos acerca de las emisiones de CO2, los gases de efecto invernadero, el calentamiento global, la cantidad de agua contaminada y/o desperdiciada, los animales que se han quedado sin hábitat, la deforestación, el uso de químicos a mansalva y el efecto en nuestra salud, decido que no necesitamos un ranking, necesitamos acciones claras en nuestro día a día. Hoy hablamos de la indústria del petróleo.
Tampoco se trata de perder el tiempo en guerras absurdas contra multinacionales, gobiernos, o colectivos que tienen más tiempo y recursos que yo. Me doy por satisfecha si decides hacer un pequeño cambio en tu vida a favor de nuestro planeta. ¡Contagiemos a nuestro entorno y animemos a repensar los hábitos para intentar sumar!.
La indústria del petróleo:
No hay discusión, la industria del petróleo es las más dañina, de principio a fin. Para empezar, durante la búsqueda de petróleo, se exterminan bosques, se destruyen casas, se construyen caminos, y se represan ríos y arroyos.
Se producen explosiones para analizar el subsuelo, y si finalmente encuentran suficiente petróleo como para que valga la pena el despliegue, comienzan las perforaciones. Estas perforaciones pueden ocasionar derrames, que causan incendios y también contaminación del suelo, acueductos y ríos. En ese caso, la flora y fauna se ve afectada también, y en consecuencia las comunidades que habitan a su alrededor.
El petróleo sale del suelo mezclado con gas, metales pesados y agua tóxica. Hay que separarlos. Depende de la regulación del país en donde se extrae, lo que se hace con esa agua tóxica. Obviamente, los países menos “desarrollados” son los que peor salen parados en este aspecto. Los gases del petróleo se separan y se queman (casi siempre), exponiendo a trabajadores, comunidades y vida silvestre a contaminantes que arrasan con la salud. Las llamas contaminan las nubes, que, a su vez, devuelven a la tierra esa toxicidad en forma de lluvia.
¡Ahí no acaba la cosa! porque todos hemos sido testigos de varios derrames de petróleo ocasionados durante su transporte, ya sea en buques, tuberías o camiones. Un ecosistema necesita muchísimos años para recomponerse a un derrame de petróleo, si es que lo consigue.
Luego viene el refinado, que es el proceso que recibe el petróleo para convertirse en gasolina, diesel, combustibles para calefacción, asfalto, lubricantes y plásticos. Estas refinerías liberan tóxicos al aire, agua y tierra. Dicha contaminación da lugar a problemas de salud como cáncer, asma, problemas reproductivos, y afecta al desarrollo cerebral y del sistema nervioso.
Finalmente, la combustión del petróleo de las fábricas y de los vehículos, arroja diversos tipos de gases al aire. Uno de ellos es el dióxido de carbono, que al ser más denso que el oxígeno, crea una especie de burbuja que no deja liberar a la atmósfera el calor que producimos en la tierra, generando un aumento de la temperatura, y ocasionando el famoso calentamiento global que tan devastador está siendo.
¿Todo esto te parece demasiado fatalista? ¿Te dan ganas de deprimirte? Pues no lo hagas, ¡actúa!
¿Qué podemos hacer?:
Respecto a las emisiones de CO2, es difícil ser radical, porque hablamos de modificar hábitos que no siempre dependen de nosotros. Basándonos en nuestro lema principal “Reduce, Recicla, Reutiliza”, empezaría por reducir los desplazamientos en vehículos que emiten CO2, estamos acostumbrados a hacer todo en coche, y eso no puede ser.
Alternativas: elegir un vehículo de bajas emisiones, utilizar transporte público, moverse a pie o en bici, suprimir aquellos desplazamientos no necesarios en coche y cambiarlos por otros un poco más saludables, compartir coche, utilizar tren en vez de avión… opciones hay, y aunque sea que cambies un solo desplazamiento semanal, ya es más que nada.
Volar menos para vivir mejor:
Nos detenemos un momento en los vuelos en avión. Lo cierto es que volar es la forma de viajar con mayor impacto ambiental. Para que nos hagamos una idea, un vuelo Madrid-Barcelona produce, por pasajero, 141 kilos de CO2, mientras que ir en tren supone 18 kilos por pasajero? Además, este sector ha crecido en emisiones de CO2 un 26,3% en los últimos cinco años y la proyección en el futuro es que sigan creciendo aún más en los próximos años.
Ante esta situación, un grupo de personas ha creado la red Stay Grounded (Quédate en Tierra), que aboga por el decrecimiento de la aviación como única alternativa válida para conseguir una disminución de las emisiones y acabar con el modelo de turismo consumista.
Muchas de nuestras formas de operar, como las reuniones internacionales frecuentes o las escapadas de fin de semana, están basadas en los bajos precios de los vuelos. Fórmulas simples como las videoconferencias o el turismo de proximidad pueden ayudar a reducir mucho la huella ambiental. También defienden que habría que ofrecer alternativas viables a los vuelos, como trenes asequibles, devolver los trenes nocturnos, una moratoria a la construcción de aeropuertos o inlcuso una cuota a viajeros frecuentes. En definitiva, cambiar la mentalidad respecto a los vuelos. Por ejemplo, al inicio del año estaría bien reflexionar: ¿cuántos vuelos tengo previstos este año? ¿cuántos podría sustituirlos por tren?
Compras por Internet
Por otro lado, tenemos que bajar un cambio con las compras por internet. Detrás de cada clic para conseguir un producto, se mueve una gran industria y miles de transportes de reparto. Algunos estudios muestran que el impacto de comprar 25 objetos en una tienda es casi igual que comprar uno solo online. En la sociedad del consumo y la inmediatez, las compras online se presentan como la manera más fácil de adquirirlo todo, sin importar de qué parte del mundo provenga.
En referencia a la alimentación, es necesario mirar la procedencia de nuestros productos para que no sean alimentos kilométricos. Por ejemplo, con el coste energético de transportar una tonelada de manzanas desde Chile a Barcelona, podríamos mantener nuestro frigorífico encendido… ¡dos años y medio!
La mejor apuesta son las tiendas de barrio, mercados y modelos sostenibles de consumo como las iniciativas de circuito corto en la alimentación.
Escrito por Laura Pedrero, promotora de Fridays for Future y Responsable de La Colmena El Bosque
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