Recibir paquetes en casa ya se ha convertido en parte de nuestra rutina semanal. Los alimentos, artículos del hogar o incluso la vestimenta son algunos de los clásicos que pedimos por internet. El comercio electrónico, y con él la entrega a domicilio, se han incrementado notablemente con la pandemia, especialmente en los meses de confinamiento domiciliario que vivimos en todo el mundo durante los meses de marzo y abril. Pero ¿te has detenido a pensar en el impacto que tiene este hábito en el planeta y en las vidas de las personas trabajadoras que nos entregan los paquetes en casa? El mundo se mueve ahora en esa dirección y probablemente no podamos revertir esta tendencia, pero sí podemos elegir qué empresas queremos que lideren el cambio.
Hoy te hablamos de dos iniciativas catalanas que forman parte de la red de ¡La Colmena Que Dice Sí! y que son modelos referentes en la movilidad sostenible. Porque en las Colmenas también entregamos a domicilio, pero damos prioridad a las entregas sostenibles, dejando el transporte en vehículos con emisiones para aquellos casos donde no llegue la bicicleta.
Les Mercedes
La cooperativa Las Mercedes, formada por 5 mujeres, se define como mensajería sostenible, ética e inclusiva, y es una de las muchas empresas españolas que se vio obligada a reconvertirse debido a la crisis económica causada por la Covid-19. Y es que este grupo de potentes mujeres tiene a sus espaldas más de 10 años de experiencia haciendo turismo educativo en bicicleta para niños y adultos.
Frente al parón provocado por la pandemia, se reunieron por Zoom y sentaron las bases de lo que ahora son Les Mercedes. Empezaron sin financiación y sin recursos, pero en pocos meses lograron hacerse un hueco en el competitivo y masculinizado sector de la mensajería rápida, comprando su propia flota de bicicletas y carros, así como alquilando un local propio en el casco antiguo de Barcelona, en uno de los barrios más golpeados por años de especulación y, recientemente, por el impacto urbano que deja un modelo turístico incapaz de operar en un contexto de pandemia.
El proyecto nació en marzo y, aunque no ha parado de crecer desde entonces, se enfrenta a nuevos retos cada día. El primero de ellos fue romper el estereotipo de género, ya que el sector del transporte está muy masculinizado. “Nos costó mucho empezar, hubo incredulidad al principio, la gente no se creía que fuéramos capaces de llevar dos cajas de vino en bicicleta”, comenta Ariadna Serra, una de las socias fundadoras de la cooperativa. Y admite que “como mujer a menudo tienes que demostrar de lo que eres capaz para que confíen en tus habilidades, algo que no pasa si eres hombre”.
Las primeras voces que creyeron en ellas y apostaron por el proyecto vinieron de otras mujeres emprendedoras, “la solidaridad femenina ha sido muy positiva para nosotras. Lo hemos notado especialmente en la red de las Colmenas, muchas de las Responsables sois mujeres y habéis creído en el proyecto desde el primer día”. Pasado ese momento de incredulidad inicial, ahora el hecho de que sean cinco mujeres pedaleando Barcelona se percibe como algo positivo, e incluso genera curiosidad. “Muchos se preguntan: ¿quiénes son estas tías y por qué están haciendo esto?”, explica Ariadna con una sonrisa pícara.
Esta cooperativa, además, apuesta por transformar el sector del reparto a domicilio en un modelo más justo, incorporando la perspectiva de género a través de un enfoque feminista interseccional. Que la cooperativa esté formada por 5 mujeres fue, inicialmente, algo no buscado, pero pronto vieron en ello una virtud. Más allá de poner el cuerpo para pedalear y entregarte tus pedidos a domicilio, quieren aportar una visión social y femenina, a través de un trato adaptado a cada usuario. “Si un restaurante necesita que demos un mensaje al consumidor sobre cómo calentar la comida o como refrigerarla, lo hacemos. Buscamos darle un trato femenino y totalmente personalizado al cliente”, afirma Ariadna.
Mensakas
Mensakas también es una cooperativa de mensajería y nació con el objetivo de dignificar el trabajo de los repartidores. Ex-riders de grandes plataformas como Deliveroo o Glovo se asociaron en 2017 para denunciar la precariedad de sus condiciones laborales en la plataforma sindical RidersxDerechos.
Su actividad sindical y la denuncia de sus condiciones laborales acabaron en “desconexión” (el término que utilizan estas plataformas para referirse al despido), pero estos riders no se quedaron de brazos cruzados y en 2018 fundaron una cooperativa que les permitiese crear un modelo de reparto a domicilio que fuese justo para las personas trabajadoras, a la vez que responsable con el medio ambiente.
Estar contratados, tener una jornada laboral mínima asegurada o estar asegurados por accidente laboral son algunos de los reclamos básicos, pero a la vez indispensables, que los llevaron a dar el salto y montar un modelo alternativo con sello propio. “No buscamos ser la competencia de las grandes plataformas de mensajería, queremos ser un modelo alternativo, en el que las personas trabajadoras estén en el centro y donde la relación con el comercio de proximidad sea de colaboración, y no de ahogo”, comenta Núria Soto, socia fundadora de la cooperativa.
En definitiva, buscan incentivar el comercio de proximidad, el consumo responsable y el respeto por el medio ambiente garantizando condiciones de trabajo dignas para los riders. Porque sí, pedir a domicilio y tener la conciencia tranquila son compatibles.
El futuro de las ciudades verdes
Según datos del Ayuntamiento de Barcelona, el consumo energético de los transportes es el principal contribuyente al total de emisiones de la ciudad, siendo responsable de un 27% del total, cifras muy similares a las de otras urbes españolas. Las emisiones de CO2 en la ciudad condal han disminuido desde 2005, pero todavía queda mucho camino por andar para llegar a los estándares deseados.
Según datos recientemente publicados en el Anuario de la Contaminación en Barcelona 2020, debido a las restricciones en la movilidad provocadas por la pandemia, y por primera vez en 20 años, ninguna estación de medida supera los umbrales establecidos por la normativa europea y los máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud por el NO2 (40 µg/m³). Y aunque se trata de un indicador muy positivo, no debemos bajar la guardia sino tomar nota de aquellos aprendizajes positivos que podemos extraer de la pandemia y que nos permitan diseñar estrategias para que nuestras ciudades del futuro sean más respirables.
El Ayuntamiento de Barcelona lleva varios años trabajando en ampliar la red de carriles bici y apostando por nuevos modelos urbanos como las superilles (o supermanzanas), que buscan reducir el espacio ocupado por el coche en pos del peatón y de transportes sostenibles como la bicicleta. Sin embargo, y aunque ambas resaltan el cambio positivo producido en la ciudad en los últimos años, tanto Ariadna como Núria concuerdan en que aún queda mucho camino por recorrer.
Si bien la ciudad es cada vez más amable con el peatón y la bicicleta, completar los ejes principales que unen a la ciudad, terminar carriles bici, incluir más semáforos o algo tan básico si te mueves en bicicleta como parkings donde atarlas mientras haces la entrega, son algunas de las sugerencias que nos comentan estas mensajeras.
De llevarse a cabo, estas reivindicaciones facilitarían la movilidad verde, no sólo de empresas de mensajería, sino de muchos y muchas ciudadanas, que lo tendrían más fácil para elegir el transporte sostenible frente a otras alternativas contaminantes como el coche o la moto. Pero cuando el objetivo es tener ciudades que sean respirables, no podemos perder de vista que necesitamos un cambio más profundo para reducir significativamente las emisiones de CO2. El futuro parece exigir que las grandes empresas viren hacia un modelo sostenible y abandonen la tan extendida furgoneta de reparto.
“El modelo de mensajería que tienen en Ámsterdam nos parece excelente y lo tomamos como una referencia de hacia dónde debemos ir como ciudad. Allí los camiones de reparto realizan la descarga de mercancías en naves industriales en las afueras de la ciudad. Las bicis de carga de las empresas recogen la mercadería y la transportan por la ciudad con cero emisiones”, comenta Ariadna de Les Mercedes. Este modelo, conocido como última milla, permitiría descongestionar la ciudad de coches y furgonetas, optimizar el tiempo de entrega y apostar decididamente por las emisiones cero en nuestros núcleos urbanos.
Derechos laborales de los Riders
La coexistencia entre sostenibilidad ambiental y derechos laborales es especialmente importante en la mensajería rápida, un sector muy competitivo y desgastado por la presencia de grandes plataformas que buscan eliminar a la competencia a través de precios bajos. “La mensajería está muy asociada al envío gratis, o por 2 o 3 euros. Pagando la seguridad social de las personas trabajadoras esto sencillamente no es rentable para una empresa. Si se garantizan los derechos laborales y se apuesta por la movilidad sostenible se tienen muchos gastos y eso incrementa el precio del envio”, comenta Núria, de Mensakas.
De poco sirve apostar por un modelo de entrega verde si no tenemos la garantía de que las personas que nos traen los paquetes a casa tengan condiciones dignas por el trabajo realizado. Y eso es lo que hace tan valiosos los modelos cooperativistas de Les Mercedes y Mensakas: aunque desde diferentes caminos, ambos nacieron con la vocación de poner a las personas trabajadoras en el centro. Y aunque ambos modelos son exitosos y no han parado de crecer, los dos proyectos remarcan que queda una tarea pendiente en cuanto a la concienciación de los y las consumidoras cuando solicitamos sus servicios.
“Hemos llegado a un punto en el que hemos naturalizado que nos entreguen alimentos o productos en casa por muy poco dinero y en un tiempo récord. Ya no lo vemos como un lujo, sino como algo que forma parte de nuestras vidas. Tenemos que repensar esta postura de cliente-rey”, nos comenta Ariadna.
Así que ya sabes, la próxima vez que pidas un envío a domicilio, elige conscientemente qué empresa quieres que se lleve tu dinero. Quizás pagues 1 euro más por el servicio, pero como contrapartida, tendrás la certeza de que el transporte se está haciendo con mimo, atendiendo a criterios éticos y sostenibles.
Entrevista de Flavia Laurencich, Responsable de la Colmena de Guinardó – Bons Focs (Barcelona) y de la Colmena Cala Romana – Can Stella (Tarragona)
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