Cuidados, higiene corporal y otros hábitos que destruyen nuestro planeta

¿Conoces el ciclo de vida de tus cosméticos y/o productos de higiene personal? ¿Te has parado a pensar qué sucede después de que te desmaquillas o te das una ducha? Porque sí, nuestros hábitos de consumo en las rutinas de belleza e higiene corporal también tienen un impacto directo en el medio ambiente (y en nuestra salud). Nuestras elecciones, una vez más, importan.

 

El cuidado e higiene corporal, ¿un habito saludable?

Según datos de Stanpa (la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética) en España los y las ciudadanas utilizamos entre 7 y 9 productos de cosmética a diario, unos 28 productos por persona al año, lo que supone un gasto promedio por persona de alrededor de 170€ anuales (la media europea se sitúa en 140€). El cuidado personal, de la piel y del cabello, perfumes o cosmética son las categorías predominantes en este sector de consumo.

Establecer una rutina de cuidado del cuerpo es, sin duda, un hábito saludable, pero si no queremos que este acto aparentemente inocuo tenga consecuencias negativas en el medio ambiente es importante que prestemos atención a nuestras elecciones de producto. La industria de la cosmética y los productos de higiene personal también tienen una incidencia importante en el planeta, así como en nuestra salud.

Los Dirty Dozen, ¿los conoces?

David Suzuki Foundation es una ONG canadiense dedicada a la protección del medio ambiente. En 2010 creó la lista “Dirty Dozen”, un compendio de los 12 ingredientes cosméticos más contaminantes que se encuentran en nuestro aseo diario. La fundación denuncia que son  componentes que debemos evitar al tratarse de químicos peligrosos para el medio ambiente y nuestra salud, entre los que se encuentran cancerígenos, pesticidas, toxinas reproductivas y disruptores hormonales.

A continuación, te contamos los componentes que forman parte de “la lista de los doce” y sus usos más comunes en cosmética y productos de higiene:

  1. Butilhidroxianisol (BHA) y el butilhidroxitolueno (BHT): son sustancias sintéticas que cumplen la función de antioxidantes, y se encuentran en productos como lápices labiales y humectantes. Pueden inducir reacciones alérgicas. Preocupa también su toxicidad para los organismos acuáticos y su potencial de bioacumulación.
  2. Colorantes de alquitrán de hulla: conocidos como p-fenilendiamina (pphenylenediamine) o colorantes enumerados como “C.I.” seguidos de un número de cinco dígitos, por ejemplo C.I.-55555. Son ampliamente utilizados en tintes para el cabello. En grandes dosis estos químicos son cancerígenos y dañan el medio acuático.
  3. DEA (dietanolamina o diethanolamine). Se utilizan para dar cremosidad al producto o para equilibrar su acidez, son muy comunes en jabones, limpiadores y champús. La Unión Europea clasifica la DEA como nociva por causar daños graves para la salud si hay exposición prolongada. Preocupa también su toxicidad para los organismos acuáticos y su potencial de bioacumulación.
  4. Ftalato de dibutilo (Dibutyl phthalate): funciona como disolvente o plastificante, y lo encontramos en productos como los esmaltes de uñas.
  5. Preservantes que liberan formaldehído (Dibutyl phthalate): su función es hacer de conservante, y se utilizan en muchos esmaltes de uñas. Puede irritar la piel y causar alergias.
  6. Parabenos: son conservantes sintéticos y en ocasiones actúan como disruptores endocrinos pudiendo interferir con el funcionamiento normal de algunas hormonas. Son ampliamente utilizados en la industria cosmética (se estima que entre el 75 y el 90 por ciento de los cosméticos contienen parabenos).
  7. Parfum (o fragancia): están hechos a base de componentes sintéticos. Como dato curioso, bajo esta denominación se pueden incluir más de 3.000 productos químicos, dejando así componentes ocultos en la etiqueta. La mayoría de estos componentes ocultos no han pasado por un proceso de control de toxicidad.
  8. PEG (polietilenglicol) o, lo que es lo mismo, micropartículas de plástico. Muy presentes en cremas, exfoliantes o pastas de dientes. Estas micropartículas son tan diminutas que no se pueden depurar y contaminan así el suelo y las aguas. Si los quieres detectar en la etiqueta, a veces se esconden en el listado de componentes del producto bajo las palabras polyethylene (PE) o polypropylene (PP).
  9. Vaselina (o Petrolatum): se usa como barrera para retener la humedad en la piel en una variedad de humectantes. También se utiliza en productos para el cuidado del cabello ya que aportan brillo a nuestras melenas. La vaselina es un producto derivado del petróleo, pudiendo estar contaminada con hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH). Los estudios sugieren que la  exposición a los PAH, incluido el contacto con la piel durante largos períodos de tiempo, está asociada con el cáncer.
  10. Siloxanos: son compuestos a base de silicona que se utilizan para suavizar, alisar y humedecer. Son los responsables de que nuestros cabellos se sequen más rápido o que las cremas se deslicen más fácilmente. Las evaluaciones de Environment Canada concluyeron que estos componentes en grandes dosis son tóxicos, y tienen el potencial de bioacumularse en los organismos acuáticos.
  11. Sulfato de sodio y laureth (sodium laureth sulfate, a veces denominado SLES): se utiliza en cosmética como agente de limpieza y también para hacer que los productos burbujeen o hagan espuma. Es común en pastas de dientes, champús, geles de ducha y limpiadores faciales. Según los procesos de fabricación, el laurethsulfato de sodio puede estar contaminado con cantidades medibles de óxido de etileno y 1,4-dioxano. La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer lo clasificó como carcinógeno humano. El dioxano también es persistente. En otras palabras, no se degrada fácilmente y puede permanecer en el medio ambiente mucho tiempo después de que se enjuague por el desagüe de la ducha.
  12. Triclosán: se utiliza principalmente en antitranspirantes, limpiadores y desinfectantes para manos como conservante y agente antibacteriano. Es ampliamente utilizado en desodorantes. La Unión Europea clasifica al triclosán como irritante para la piel y los ojos, y como muy tóxico para los organismos acuáticos, señalando que puede causar efectos adversos a largo plazo en el medio acuático.

¿Sabías que se utilizan partículas plásticas en cosmética? Por inverosímil que parezca, es real. Algunos exfoliantes y pastas de dientes llevan pequeñas partículas de plástico (microplásticos) que no se pueden depurar y contaminan el suelo y las aguas.

Te desafiamos a un RETO

Haz la prueba, visita tu baño o espacio de aseo y echa un vistazo a tus productos de higiene y cosmética. ¿Cuántos de ellos contienen al menos uno de estos ingredientes? Tampoco podemos dejar de lado el problema de los deshechos asociado a esta industria.

Según Zero Waste Week, en 2018 se produjeron más de 120.000 millones de envases para productos cosméticos, la mayoría de los cuales no eran reciclables. A este ritmo, para el año 2050 la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) estima que habrá más plástico en los océanos que peces.

¿Qué podemos hacer para evitarlo?

Aunque muchas veces no seamos conscientes de ello, tenemos un gran poder como consumidores. Para no caer en cuadros de ecoansiedad (sensación de tristeza, insomnio, nerviosismo o ligeros cuadros de ansiedad asociados a la crisis climática), te damos una lista de acciones que puedes hacer para aportar tu granito de arena a la sostenibilidad en la cosmética y las rutinas de belleza.

Toma nota:

● El primer paso es, sin duda, reducir el uso de cosmética, productos de higiene y belleza. Pregúntate si realmente necesitas todos esos pasos en tu rutina diaria de higiene y belleza. ¡Seguro que puedes eliminar unos cuántos!
Introduce accesorios reutilizables en tu rutina, evitando las prácticas de usar y tirar. Por ejemplo, usa discos desmaquillantes de algodón orgánico reutilizables. Son lavables, sostenibles, mucho más económicos y, además, cuidan tu rostro de forma natural. Reemplaza las maquinillas de afeitar por cuchillas metálicas reutilizables, más duraderas que las de plástico. Usa la copa menstrual y combínala con las braguitas absorbentes para los días de regla más abundante. Diles adiós a los bastoncitos para las orejas de un solo uso. Los hay reutilizables de madera de bambú. Compra cosmética respetuosa con el medio ambiente. En este paso es fundamental estar bien informados, ya que no todo es lo que parece, hay que elegir bien y para ello debemos estar informados. Busca marcas que eviten sobreembalajes, ornamentos y envoltorios superfluos. Investiga sobre las fuentes que utilizan como materia prima: ¿de dónde vienen?
● Siempre que sea posible, elige comprar cosmética ecológica certificada. Como nos dicen desde Lilà Cosmètics: “leer la palabra natural o ecológico en el envase o ver dibujos florales no lo garantiza. Solo se puede saber si está certificado como tal por un organismo externo independiente y reconocido. Entre ellos se encuentran el sello suizo Bioinspecta, el francés Ecocert, el alemán BDIH o el italiano ICEA. Sin la certificación, aunque aparentemente el listado de ingredientes del cosmético pueda parecer natural, es imposible saberlo con certeza.”
Prioriza comprar marcas locales. Compra productos que se produzcan y se envasen en tu entorno. Así contribuirás a reducir la huella de carbono asociada al transporte de los productos que usas, y también tu compra contribuirá a fortalecer la economía local de tu territorio.
● Para los y las más atrevidas, también puedes crear tu propia cosmética natural. Por ejemplo, puedes elaborar tu propio enjuague bucal casero a base de bicarbonato y tomillo. También puedes crear un exfoliante artesanal a base de aceite de oliva, azúcar y limón. La información en internet es muy amplia en este sentido. Recuerda que es importante buscar fuentes de información fiables y no quedarte con el primer blog que encuentres.

¿Te animas a pasar a la acción?

Ya lo ves, si después de leer este artículo detectas que el tocador de tu baño está repleto de productos que contienen sustancias contaminantes, puedes empezar a tomar acción ahora. Pero ¡recuerda!, no tires a la basura los productos que ya están en tu aseo, es mejor gastarlos o reutilizarlos y empezar a tomar acción en tu próxima compra.

 


 

Escrito por Flavia Laurencich, Responsable de la Colmena de Guinardó – Bons Focs (Barcelona) y de la Colmena Cala Romana – Can Stella (Tarragona).

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