En temporada nos gusta comer fresas. Pero cuidado, ¡son frágiles! Para cuidar bien esta fruta tan perecedera, toma nota de estos trucos y consejos. Además, un par de recetas fáciles para cocinar en casa ¡y chuparse los dedos!
Acabas de comprarte unas bandejas de fresas y crees que estás haciendo lo correcto al meterlas en la nevera para disfrutarlas sobre la marcha. ¡Desgraciadamente! Acaba de cometer un fresidio… El frío es el peor enemigo de la fragaria vesca, su nombre botánico que podría traducirse como perfume comestible. Para no anestesiar sus moléculas aromáticas, que la sitúan en el podio de las frutas más perfumadas, se consumen el mismo día que se compran o se recogen. ¡Así es!
¡Las fresas no esperan!
¿Por qué? Porque su carne húmeda es una puerta abierta para las bacterias y los hongos.
Sí, sé lo que quieres decir: para pasar el día, colócalos en un plato cubierto con un paño, dispuestos en una línea y espaciados unas de otras. Esta medida de barrera evitará que cada fresa contamine a su vecina al primer signo de marchitamiento. Y pasa muy rápido, sobre todo cuando hace calor.
Sí, pero no puedo hacer otra cosa: cubre el plato con un paño fino, como un paño o tela filtrante de algodón para queso, y evitar que penetre el frío. Colócalos en el fondo del refrigerador. Sácalos una buena hora antes de comer, para que los compuestos aromáticos tengan tiempo de despertarse.
Sí, por eso los congelo: ¡en absoluto! Al menos no tal y como están. Su carne acuosa no se recuperará. Pero preparadas como en coulis, batido o helado, superarán la prueba del frío.
¿Cómo frenar lo inevitable? Lavándose primero las manos (que son una fuente importante de microorganismos, por lo que no es necesario añadir más), y antes de colocarlas sobre un paño pon un corcho cortado por la mitad. No sólo absorbe la humedad, sino que también actúa como repelente de mosquitos.
¿Qué es lo mejor? Prepáralas en cuanto vuelvas de La Colmena con la compra. No hacen faltan recetas: tartas, helados, ensaladas, crumbles, la inevitable tarta de fresas con crema chantilly, fresas al chocolate o simplemente con un toque de zumo de naranja y ¡listo! Si te faltan ideas más abajo te dejamos 2 recetas fáciles para hacer en casa.
¿Las lavamos o no?
Lavar una fresa que es 90% agua es como ponerle agua al vino, diluye todos los sabores y dejas la carne firme para un sucedáneo de Bob Esponja. Entonces, ¿cómo deshacerse de los residuos terrosos y de los bichos?
El método del palacio: cepillarlas con agua de limón o vinagre, una por una (¡sí!), antes de secarlas en un paño.
El método de riesgo: pasarlas bajo un chorro de agua, agitándolas en un colador durante unos segundos antes de colocarlas en un paño. A continuación, cúbrelas con otro paño y hazlas rodar suavemente para que se sequen por todas partes.
El error fatal: abrir un canal de agua al quitar los tallos antes de aclarar.
¿Cómo comerlas? Sáltate las reglas
Su pulpa roja, jugosa y ácida se acerca inquietantemente al sabor del tomate, aportando color y sabor al lado salado. Así que, curiosos aficionados dispuestos a todo, cambia tu ingrediente en los grandes clásicos y añade unas fresas: en un tabbouleh con menta fresca, con mozzarella y rúcula para una brocheta italiana, en una ensalada de pasta con cebollas tiernas, guisantes y albahaca, en daditos mezclados con queso feta para sublimar una sopa fría de crema de calabacín.
Y para sorprender a tu mundo, echa una salsa endiablada que acompañará a (casi) todo: carpaccio, ensalada, pescado, carne y aves, verduras verdes, puré…
Salsa endiablada
Ingredientes para la propia salsa del diablo:
100 g de fresas
2 cebolletas
4 filetes de anchoa
Unas ramitas de cilantro, perejil o cebollino
sal, pimienta, pimentón
Aceite de oliva extra virgen
Preparación: cortar las fresas en brunoise (dados pequeños). Picar las cebolletas y el cilantro. Cortar las anchoas en dados. Vertiir todo en un bol. Cubrir con aceite de oliva. Sazonar con sal y pimienta. Espolvorear con pimentón.
Consejo anti-desperdicio: agua reciclada
Una idea para aprovechar los rabos de fresa es este agua muy oportuna para refrescar el cuello en verano. Echa los rabos de fresa en una botella. Añade lo que tengas a mano para potenciar su sabor: hojas de menta, albahaca, verbena, bayas de maracuyá, anís estrellado, vaina de vainilla… Una cucharada de azúcar y una rodaja de limón. Vierte agua hirviendo dentro de ella. Deja enfriar y conserva en un lugar fresco durante al menos dos horas.
Filtrar, ¡et voilà!, a refrescarse.
Traducción del articulo À l’aise avec les fraises escrito por DOMITILLE LANGOT para Oui! Le Magazin de La Ruche Qui Dit Oui
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