Abejas y equilibrio ecológico: una relación interdependiente

El 20 de mayo se conmemora el Día Mundial de las abejas. Estos insectos polinizadores son los encargados, entre otras cosas, de fertilizar nuestra fruta y nuestra verdura. Su preservación se está viendo seriamente amenazada desde hace décadas debido a la actividad humana, por ello hoy queremos recordar la necesidad de protegerlas.

El rol de las abejas en el equilibrio ecológico

Cuando hablamos de preservación de la biodiversidad y el ecosistema, todos los insectos y agentes biológicos que los conforman, plantas, microorganismos y hongos entre otros, juegan un rol clave. Ahora bien, si ponemos el foco en las abejas, su papel es aún más determinante. Afirmar que la seguridad alimentaria y la alimentación mundial dependen de ellas no es exagerado. Si las abejas desaparecieran, posiblemente lo haría también el mundo tal cual como lo conocemos. Por ello, en 2017 la ONU (a petición de un reconocido apicultor esloveno) decretó el 20 de mayo como el Día Mundial de las Abejas, para crear conciencia de la importancia vital que tienen estos agentes polinizadores para el futuro del planeta. La fecha se escogió en honor al nacimiento del apicultor esloveno dieciochesco, Anton Janša. Eslovenia es un referente mundial en lo que se refiere a la preservación de las abejas, y este apicultor del siglo XVIII fue pionero en difundir técnicas de apicultura que pusieran el cuidado de las abejas en el centro. 

Polinizadoras de las flores

Además de producir un delicioso jarabe que es ampliamente utilizado en gastronomías de todo el mundo, (y que también posee numerosas propiedades medicinales), las abejas melíferas desempeñan un papel protagonista en la polinización de las flores, siendo el principal insecto polinizador en los ecosistemas (otros polinizadores importantes son los abejorros, las mariposas, los murciélagos o los colibríes).

Durante la recolección de néctar, las abejas transportan el polen de flor en flor y, de esta manera, fertilizan las plantas (entre ellas muchos cultivos alimentarios). Mediante este proceso se produce la germinación de las semillas y el crecimiento de los frutos. Según datos de la ONU “casi el 90 por ciento de las plantas con flores dependen de la polinización para reproducirse; asimismo, el 75 por ciento de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización, así como el 35 por ciento de las tierras agrícolas mundiales”.

Por tanto, sin abejas la polinización sería muy escasa, provocando una insuficiente reproducción de plantas y, en consecuencia, de frutos. Sin plantas y sin frutos no habría alimentos para la mayoría de los seres vivos, incluidos los seres humanos.

Dato curioso, ¿conocías la danza de las abejas?

En 1970 el investigador Karl von Frisch realizó un descubrimiento muy interesante respecto a la manera de comunicarse entre las abejas de una misma colmena. Cuando una pecoreadora encuentra una buena fuente de alimento, regresa al panal y realiza una especie de danza con el objetivo de compartir información sobre la ubicación de las flores. La distancia hacia las flores depende de la duración del meneo (agitaciones del abdomen), cuanto más lejos se encuentran las flores, más larga es la línea del meneo.

La comunicación de la dirección es más complicada y abstracta. La orientación de la abeja bailarina durante su baile indica la ubicación de la fuente de alimento en relación con el sol. Es decir, el ángulo que adopta la abeja con relación a la vertical, representa el ángulo de las flores respecto a la dirección en la que está el sol fuera de la colmena. Pequeñas, pero inteligentes, ¿eh?

Las causas del declive de las abejas

Ahora bien, pese a tratarse de un insecto tan fundamental para la continuidad de la vida (incluyendo la vida humana) varios indicadores demuestran que su supervivencia está en juego. Desde hace décadas se observa un descenso del número de colmenas a nivel global. Y, una vez más, la actividad económica de nuestras sociedades globalizadas está detrás de esta catástrofe.

Según datos de la ONU “las tasas actuales de extinción de especies son de cien a mil veces más altas de lo normal debido a las repercusiones humanas. Casi el 35 por ciento de los polinizadores invertebrados –en particular las abejas y las mariposas–, y alrededor del diecisiete por ciento de los polinizadores vertebrados –como los murciélagos– están en peligro de extinción a nivel mundial.”

Existen diferentes causas que, con mayor o menor peso, afectan a la desaparición de estos insectos. Entre las más destacadas se encuentran:

El uso indiscriminado de pesticidas (directamente relacionado con las prácticas agrícolas intensivas y el uso del terreno para monocultivo).  Las abejas absorben con su lengua el néctar de las flores que visitan, lo introducen en su buche (estómago falso) y vuelven a la colmena, donde lo entregan a las obreras jóvenes. Si la planta fue tratada con pesticidas, al absorber el néctar de la flor estos entran en contacto con la abeja causando su muerte de forma instantánea.

El cambio climático que da lugar a ciclos de temperaturas anómalas, precipitaciones intensas o sequías prolongadas en determinadas épocas del año y en áreas donde no son habituales. Todo ello hace que los ciclos de las plantas y los periodos de floración se alteren, con consecuencias directas en la polinización y, por tanto, en la actividad de las abejas.

La aparición de enfermedades, plagas o parásitos (también directamente relacionados con el cambio climático). Es el caso, por ejemplo, de los parásitos pertenecientes al género Varroa, u hongos como el Nosema ceranae, entre otros, que pueden provocar importantes mortandades en las colmenas afectadas, llegando incluso a provocar su desaparición.

La introducción por actividad humana de especies exóticas invasoras altamente depredadoras de las abejas autóctonas, como ocurre con la avispa asiática (Vespa velutina), originaria de Asia.

¿Hay algo que podamos hacer?

Para aquellas personas que se preguntan qué podemos hacer para ayudar a nuestras abejas, hay algunas recomendaciones que pueden contribuir al cambio. Están van desde pequeñas acciones individuales a grandes acciones colectivas. 

En lo que respecta a nuestras acciones como individuos, ayudamos cuando promocionamos y compramos alimentos provenientes de la agricultura ecológica, cuando cuidamos zonas naturales y conservamos especies de flora autóctonas. También es importante no transportar especies de otras zonas en nuestro territorio. A la hora de comprar los productos que nos proporcionan las abejas es muy importante localizar apicultores de proximidad como los que encuentras en ¡La Colmena Que Dice Sí!, que practican la apicultura orgánica o sostenible, ya que nos garantizan un producto de calidad y, además, contribuimos con su preservación. 

La apicultura sostenible preserva la salud de las abejas y respeta el medio ambiente. En primer lugar, porque las colmenas están situadas en entornos naturales, alejadas de terrenos donde se realice agricultura intensiva, ya que, como vimos, los insecticidas son uno de sus grandes adversarios. Asimismo, la extracción de miel sólo se realiza con el excedente de su producción, ya que es muy importante dejarles siempre una buena ración de miel para que puedan sobrevivir en momentos de sequía o frío. 

Por último, además de poner el foco en las acciones individuales que pueden revertir esta situación, no debemos perder de vista el poder de los gobiernos para proteger a estas y otras comunidades de polinizadores. Es necesario organizarnos y luchar por una legislación progresista que las proteja.

El caso de Eslovenia es, una vez más, un referente global. En este país eslavo los apicultores tienen un papel muy respetado en la sociedad (de hecho, 1 de cada 200 eslovenos/as es apicultor/a). Ya en el siglo XIX crearon la Asociación Eslovena de Apicultores, encargada de defender los intereses de estos insectos. Actualmente la asociación no sólo realiza actividades educativas y de sensibilización, sino que incluso organiza potentes campañas nacionales que acaban teniendo un impacto directo en la actividad legislativa. Por ejemplo, en 2011 consiguieron que el Ministerio de Agricultura prohibiese el uso de 3 tipos de pesticidas que estaban relacionados con la muerte de las colonias. Está acción se replicó 6 años después en toda la Unión Europea. 

Como ciudadanos organizados tenemos una gran potencia de cambio. No debemos olvidar que tanto desde las acciones individuales como colectivas tenemos poder de influencia. Preservar las abejas es una realidad de la que dependen el equilibrio ecológico y alimentario. Mejor empezar a trabajar hoy mismo en ello.

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Escrito por Flavia Laurencich, Responsable de la Colmena de Guinardó – Bons Focs (Barcelona) y de la Colmena Cala Romana – Can Stella (Tarragona).

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