El Día Mundial de la Alimentación de este año, muchas iniciativas nos sumamos a concienciar sobre la soberanía alimentaria y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza. Consumir menos, consumir mejor.
Todas las iniciativas planteadas buscan ayudar a la creación de condiciones que permitan a las poblaciones, especialmente a los jóvenes, permanecer en sus hogares cuando sientan que es seguro hacerlo y tener medios de vida más resilientes, es un componente crucial de cualquier plan para emprender el desafío de la soberanía alimentaria.
La sequía, la inestabilidad económica, el clima errático, los pesticidas, la contaminación y la desertificación son una amenaza que crece cada día, cada nueva estación. Nuestra alimentación basada en gran medida en la agricultura masiva y las grandes cadenas de supermercados forman parte de un sistema de consumo y de producción que no es sostenible según la propia ONU. Y el problema no es que no produzcamos lo suficiente, sino que más de un tercio de los alimentos que se producen a nivel mundial terminan siendo desperdiciados. Deberíamos aprender:
Por esta razón, cada vez hay más iniciativas que promueven la apuesta firme por el cultivo y consumo de productos de calidad a pequeña escala. Todo ello haciendo hincapié en el comercio local, el movimiento slowfood y la soberanía alimentaria que generan un modelo social más sostenible.
El gran reto de la soberanía alimentaria
La soberanía alimentaria es el derecho de cada ciudadano, región o país a tener el poder de decisión sobre su política agraria y alimentaria. Es decir, sin el ‘dumping’ o control que generan las prácticas de las grandes empresas frente al pequeño agricultor.
Los partidarios de este concepto plantean un marco para la gobernanza de las políticas agrícolas y alimentarias que incorpora una amplia serie de temas, tales como la reforma agraria, el control del territorio, los mercados locales, la biodiversidad, la autonomía, la cooperación, la deuda, la salud, y otros relacionados con la capacidad de producir alimentos localmente.
Es un movimiento tan amplio que abarca políticas referidas no sólo a racionalizar la producción, también a promover el Derecho a la alimentación, el acceso y el control de los pueblos a la tierra, agua, y recursos energéticos, y a la promoción de un uso ambientalmente sostenible de la producción. Un movimiento internacional pero que también puede encontrar su voz y propósito en cada pequeña comunidad.
Proyectos que cultivan la esperanza
Ciudades en Transición es uno de los movimientos que pueden ayudarnos a entender y vehicular esta esperanza en un futuro mejor. Sus principios se entrelazan con los de la permacultura: un diseño económico, agrícola y político aprovechando los recursos al máximo y siendo lo más responsable y sustentable. A él se suma el movimiento de Decrecimiento, un movimiento social que considera que no podemos seguir produciendo al ritmo actual en un planeta de recursos finitos.
El alcance de esta revolución se cifra en más de 50 países. Es algo local, de enfoque práctico, con el objetivo de vivir de forma más eficiente. Entre las ideas prácticas que permiten su desarrollo incluye la creación de monedas locales, bancos de tiempo, negocios pequeños… pero también el desarrollo de la soberanía alimentaria y energética, la autogestión, la sustentabilidad y la firme decisión de consumir menos. Básicamente, hablamos de elegir la simplicidad voluntaria como un estilo de vida que permita a las generaciones futuras tener una oportunidad ante los retos climáticos.
También tú tienes mucho que aportar
En esta semana tan especial donde podemos encontrar distintos eventos y conferencias debemos planteantarnos qué estamos aportando con nuestro estilo de vida en cuestiones esenciales como la soberanía alimentaria y el consumo de proximidad.
En los últimos años, en España ha aumentado la preocupación de muchos ciudadanos alrededor de las temáticas sociales y medioambientales. Se busca consumir de una manera responsable y los ciudadanos cada día son más exigentes y comprometidos. Hay un creciente interés por saber el origen de los alimentos y comer de manera más saludable, a la vez que de proximidad. Queremos saber quién y cómo produce nuestros alimentos. Saber a qué sistema estamos contribuyendo con nuestro día a día. Por ello, cada día más ciudadano busca o crea en sus barrios, iniciativas de consumo local y responsable entre consumidores y productores.
Esta semana puede ser un buen punto de inflexión y este año, marcar un antes y un después en nuestras propia forma de alimentarnos. Pruébalo.
Artículo escrito por Diseño Social
Más información en:
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