La alimentación educa a los niños para la vida

Sonia Mocholí es directora del Colegio Montessori de Valencia y a través de esta entrevista comparte la filosofía de su escuela: “la alimentación forma parte de la educación de los niños para la vida”. Esta es la razón por la cual la organización Slow Food atribuyó el primer certificado de España a una escuela, en 2015. Con este distintivo se reconoce el comedor escolar como Km0 y a su responsable nutricional, el cocinero Juan Llorca, por la labor cotidiana de sensibilización y educación del gusto de los niños, quienes aprenden desde la infancia la importancia de una alimentación sana y equilibrada, participan del huerto escolar y se interesan por el origen de los alimentos.

Como primera escuela de España con el distintivo Slow Food, ¿con qué valores de este sello os identificáis?

La relación con el movimiento Slow Food nace por la vinculación de los principios de la calidad del producto, cultivo respetuoso, compra y tipo de relación con proveedores locales, y manifiesto y fomento de productos que pueden llegar a desaparecer de nuestra región. Hay una fuerte vinculación a nivel internacional gracias a la iniciativa de educación alimentaria que se trabaja en la escuela como uno de los tres pilares más importantes del proyecto educativo.

¿Por qué os animasteis a hacer este cambio en el menú escolar?

No hubo un cambio. Valencia Montessori School nació bajo esa premisa en el área de la alimentación. Acercar desde las edades más tempranas la alimentación saludable como aprendizaje en todos sus ámbitos y disciplinas, desde dentro del aula, a través del huerto escolar donde participan las familias, los productos utilizados, el compostaje de los alimentos y los menús que diariamente se cocinan en la escuela libres de azúcares, procesados, y donde la fruta y verdura ecológica tienen una presencia esencial en el día a día escolar. Un menú donde los productos sean reales, se prueben diferentes sabores, texturas y se pueda ofrecer productos de temporada respetando el ciclo de la naturaleza.

Foto de ©Jimena Delgado

¿Qué consecuencias tiene la mala alimentación en las escuelas?

La alimentación forma parte del ser humano a lo largo de toda su vida. Conocer y tener información permite diferenciar y poder elegir bajo tu propio criterio. Eso es lo más importante que necesitamos ser conscientes y poder ofrecer a los niños y niñas. La educación alimentaria brinda grandes beneficios y ayuda a evitar problemas actuales como la obesidad infantil, la diabetes… así como tomar valor de todo lo que la cocina puede ayudarnos a trabajar nuestra psicomotricidad, así como cognitivamente y por supuesto nutrirnos sabiendo lo que damos a nuestro cuerpo. Creemos que lo que más valor puede dar es la toma de conciencia.

¿Cómo reinventasteis el menú? 

La escuela utiliza un gran porcentaje de fruta y verdura en sus menús, todo ecológico y de temporada. No ofrecemos procesados, ni azúcares. No ofrecemos carne como proteína animal. Cocinamos todo de manera artesanal.

Juan Llorca ha sido el responsable nutricional para idear un menú de calidad, ¿cómo educáis junto con él a los niños y niñas a experimentar gusto y entusiasmo con los alimentos? 

Juan Llorca es el chef de Valencia Montessori School. Él dio vida a las ideas que la escuela tenía y las dimensionó hasta límites que ni habíamos imaginado. Comenzó conociendo de manera muy cercana a los niños y niñas de la escuela, comía con ellos y sabía lo que gustaba más o menos. Su experiencia durante los dos primeros años fue esencial para ir dando forma al proyecto de alimentación el cual veía que los menús se perfeccionaban, se tenía en cuenta los gustos y necesidades de los niños y niñas y la alimentación cobraba un papel importante en la escuela. El programa Seeds for Change (semillas para el cambio) permitió que los niños y niñas se acercaran a la cocina (algo que hacían diariamente pues estaba abierta y en el centro de la escuela de manera que cada día pedían a Juan los huevos, fruta y verdura que necesitaban para trabajar una de las áreas más importantes en la pedagogía Montessori: Vida práctica.

Foto de ©Jimena Delgado

Con Seeds for Change, los niños y niñas de primaria comenzaron a elaborar el menú que toda la escuela comería un día al mes aprendiendo a realizar recetas, combinar productos, probar nuevos y adquirir mayor confianza con lo que comen. Participan activamente en la alimentación de la escuela.

Diariamente, ellos se sirven, comen en comunidad con las guías dentro del aula, recogen… No forzamos a comer ni les damos la comida, ellos son los que comen junto a sus compañeros/as y nosotros disfrutando de este momento y del placer de compartir.

El entusiasmo con los alimentos y el interés por experimentar lo llevan los niños y niñas de manera innata por su propia curiosidad pero debe haber alguien apasionado con lo que hace que sea quien transmita ese interés. Los niños y niñas se divierten y aprenden no solo a cocinar sino todo lo que brinda la cocina.

Foto de ©Jimena Delgado

¿Cuál es la realidad actual de los comedores escolares en España?

Progresivamente está habiendo una mayor demanda por parte de las familias de una alimentación saludable en las escuelas. Los cambios deberían hacerse teniendo en cuenta a los niños y niñas, nutricionistas, cocineros/as, y docentes, sabiendo que cualquier cambio provoca rechazo o miedo al principio pero que la ética de lo que se ofrece debería de estar por encima de todo. La educación es una gran responsabilidad y somos nosotros quienes podemos producir el cambio que buscamos.

Creo que todos los colegios deberían de ofrecer una alimentación saludable como la que darían a cada uno de sus hijos e hijas. Creo que no es algo que debe ser secundario en un centro educativo, y que debería de tener más importancia tanto en la escuela como en el hogar. Todos sabemos lo que es bueno para nuestra salud y lo que no. No es necesario profundizar, simplemente conocer que el azúcar y procesados no es saludable y aquellos alimentos que son beneficiosos para la salud. Educar desde pequeños es la mejor manera para que puedan crecer con este aprendizaje y hábito. No habría que condicionar la alimentación saludable por la falta de tiempo, o por la tranquilidad del adulto de que nuestros hijos e hijas comen la cantidad que creemos es adecuada para ellos/as sin valorar qué comen y teniendo más importancia la cantidad que coman.

Foto de ©Jimena Delgado

Si una escuela quisiera hacer este cambio en su comedor, ¿qué le dirías? Que es la mejor decisión que pueden hacer.

Muchas gracias. Con cariño, Sonia Mocholi

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