Fruta y verdura artimañas mil

¿Tus pequeñuelos no comen fruta si no viene en formato zumo y envasado en un brick decorado con los dibujos animados de moda? ¿Hay que sacarse un master en negociación para que terminen con medio plato de verdura? La cruzada que muchos padres y madres batallan cada día para que sus hijos observen las bondades de comer “verde” es digna de guión de película.

Pero oigan, la fruta y la verdura no son alimentos sosos ni aburridos persé. ¡Al contrario! A veces nos dejamos llevar por nuestros propios prejuicios o gustos y, ¡sorpresa! Resulta que el niño es un entusiasta del brócoli.Si tu hijo es de este selecto club, ¡felicidades! En La Tribu de Mami tienen camisetas identificativas (y ahora están de rebajas!) Aprovechamos para pedir encarecidamente desde aquí que se reedite el modelo de los fans del brócoli!

Pero vamos al tema y para ello nos centraremos en algunos tips

Esto es de cajón…No pretendáis que vuestros hijos coman verdura hervida cuando os ven devorar bolsas de patatas fritas. Los pequeños siempre, y repetimos sieeeempre, van a querer comer aquello que os vean comer a vosotros. Quizá no el primer día, quizá no la primera semana, pero a fuerza de ver que papá disfruta con un plato de acelgas o que mamá se derrite con un bol repleto de frutas rojas querrán probar. Y un día hasta os lo pedirán ellos solos para merendar.

Otro tema importante es no forzar. Y de verdad, ¡no es una utopía!  Más que insistir, hay que perseverar en nuestros intentos por aficionarlos a la fruta y la verdura. Nadie come a gusto cuando es por obligación y cuidado: una cosa es negociar medio plato de verdura y otra hacer chantaje con los postres. Dejar fruta siempre a su alcance es otra opción interesante: un pequeño bol con manzana y plátano cortadito estratégicamente situado junto a los legos es siempre una apetitosa tentación. (Y si no, tiempo al tiempo). No tiréis la toalla, ni dejéis de ofrecerle aquella verdura o fruta que rechaza de forma sistemática. Solo a base de verla circular por la mesa de la cocina acabará por interesarse y aceptarla.

¿Y si estimulamos su curiosidad?

La curiosidad de los niños es innata. ¡Alimentémosla! Hay muchos niños que creen que los tomates crecen en el segundo estante del frigorífico y no,  no es una leyenda urbana. Está muy bien que los llevemos a hacer la compra con nosotros, incluso que les propongamos que escojan ellos que fruta o verdura quieren comer. Un día a la semana además podrían escoger algo nuevo que les llame la atención de la parada del mercado. Pero, ¿Y si les explicáis que las zanahorias crecen bajo tierra, como las patatas? ¿O que las cerezas solo crecen en el árbol unos pocos meses al año, y por eso solo son buenas en verano? Si formáis parte de un grupo de consumo comprometido con los productos de proximidad, o de una colmena 😉 quizá podéis contactar con los productores y organizar una visita con vuestros peques. Conocer el origen, participar en el proceso de recogida, incluso saber el nombre del señor o señora que cuida de nuestras hortalizas le dará más sentido al plato de guisantes que hay sobre la mesa.

¡Que experimenten!

No hace falta que os recordemos como les gusta ensuciarse y manosear, ¿verdad? Pues que lo hagan con una buena finalidad: preparar la cena de la familia. Debemos perder el miedo a que los niños entren en las cocinas. De hecho, estaría muy bien que habilitáramos espacios y dedicáramos momentos a fomentar su participación en la preparación de los alimentos. En este enlace encontraréis muy buenas ideas para crear un espacio seguro entre fogones.

Dependiendo de la edad podemos proponerles que nos ayuden a preparar una ensalada, que nos ayuden con una crema de verduras, o que improvisen una macedonia. Si necesitáis ideas de recetas atractivas y saludables podéis echar un vistazo en la web de Alina, la Green Mama de Barcelona, o conseguir el libro de recetas de Soy como como y su revista Soy niño.

Imaginación al poder

Es muy importante que los niños conozcan y reconozcan los alimentos que consumen. Por ello es importante implicarlos en la cocina y en los procesos de preparación. Pero esto, sobre todo significa que no debemos “camuflar” la fruta y la verdura porque ellos deben ser conscientes que la están comiendo y que ello les beneficia. Currarse un tupper tipo bento está muy bien, sobretodo si el propio niño interviene y ve con qué fruta o verdura lo has preparado. Los zumos y los batidos, por muy naturales y hechos en casa que sean, deben ofrecerse esporádicamente. Si los consumís de vez en cuando, propón a los  pequeños que  participen en su preparación: que laven las frutas y las verduras, que las corten si tienen suficiente edad, que las mezclen, etc. Aquí van algunas ideas originales y divertidas

Si buscáis literatura sobre el tema os recomendamos el libro El primer Bocado de  Bee Wilson. La autora describe los mecanismos por los que aprendemos a comer y por ende a preferir unos alimentos por encima de otros. Entender el porqué del comportamiento de nuestros hijos frente a la comida nos ayudará a plantear estrategias para corregir las preferencias menos sanas. Podéis ir abriendo boca con esta entrevista que realizó el periodista gastronómico Mikel Iturriaga a la autora. Bon apétit!

Firmado: Alba Arnau de Mammaproof

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