Nada como la tierra, los orígenes y las raíces para que su llamado sea tan incontestable como auténtico. Esa vuelta al campo, las huertas, la montaña y el mar para conectar con la naturaleza y crear en función a ella, sus ritmos y sabiduría estacional, es lo que están haciendo una pléyade de cocineros -algunos con estrellas y amplio reconocimiento mediático, otros más discretos y menos conscientes de la repercusión pública de sus actos- pero todos igual de valiosos, porque están estableciendo la simbiosis indispensable entre la creatividad gastronómica que se cuece en las cocinas de los restaurantes, bares, tascas y casas de comidas, con el trabajo de los productores agrícolas, ganaderos, pescadores y artesanos transformadores de materia prima, muchas veces siendo ellos mismos auto productores de parte de los alimentos que se sirven en sus establecimientos.
La honestidad de esos cocineros auto productores está dictando una cátedra de divulgación culinaria y de educación alimentaria que apuesta por la sensibilización de toda una sociedad, que en gran medida, ha olvidado el valor de comer como un acto esencialmente humano, que además ha de nutrirnos y proporcionar el placer de la gastronomía y sus infinitas posibilidades, en armonía con el medio ambiente.
Afortunadamente ya nos faltan los dedos de las dos manos para enumerar a algunos de los más famosos chef auto productores que marcan esta tendencia, muchos de los cuales son iconos de revoluciones mundiales en la cocina y lo que es más importante, destacando que la cocina de éxito sólo es posible gracias a alimentos genuinos. Por esa razón, más que protagonistas de revoluciones gastronómicas son los representantes de la evolución en las cocinas, porque para hacerlo, vuelven la vista a la autenticidad, a las raíces, al origen, siendo ésta la forma en la que se estabilizan los cambios de las grandes revoluciones: integrando conocimiento y experiencias.
Este tema resulta especialmente relevante porque esos cocineros auto productores inspiran a consumidores activos a replantearse la manera de relacionarse con el alimento que eligen, compran, cocinan y sirven cada día en sus casas, núcleo fundamental donde se gestan e interiorizan los hábitos alimentarios y gastronómicos de cada persona.
Cocinar y comer es parte de la educación que se recibe en casa. Es el ejemplo que se asume más naturalmente, modela la personalidad, los hábitos gastronómicos y la memoria gustativa. En ese sentido, es importante destacar que la búsqueda de alternativas que neutralicen la tiranía del tiempo -siempre escaso para dedicarlo a algo esencial como hacer la compra, que se ha convertido en la rutina de acudir a las grandes superficies y supermercados donde los productos pierden su identidad, la cadena de comercialización hace creer que pagamos un precio más barato y finalmente conduce a los consumidores a realizar compras estandarizadas- es un esfuerzo que gana terreno gracias a las múltiples opciones de plataformas y APPs, que resuelven el conflicto entre las buenas intenciones y la realidad.
En ese sentido, si el tiempo nos atiza con su frenesí imbatible, hagamos como los cocineros auto productores o conectemos con iniciativas de venta directa que van más allá y establecen el contacto directo entre el productor y el consumidor. Esto nos permite reconectar con los alimentos y sus historias, así como hacer preguntas al ser humano que sembró las semillas, las regó y cuidó hasta germinar, las dejó crecer a su ritmo, cosechó esos alimentos con identidad y desde el punto más cercano posible a nuestro domicilio, los pone en nuestras manos para que el ciclo de la vida y la alimentación continúe de manera orgánica.
Si te gustan nuestros artículos, déjanos un comentario en nuestra página de Facebook. Descubre La Colmena que dice Sí aquí
comentarios