Las cifras son contundentes: según la Comisión Europea, solo el 11% de las explotaciones agrícolas están dirigidas por personas menores de 40 años. El problema no es la falta de interés por parte de las generaciones más jóvenes, sino la existencia de múltiples barreras de entrada: inversiones iniciales significativas, ingresos inciertos, un trabajo físicamente exigente y, de manera crucial, el coste prohibitivo de la tierra.

Autor: Sara Lasauca Mora

Estas barreras afectan de manera desproporcionada a los agricultores primerizos, ya que no pueden contar con tierras o equipos heredados, lo que agrava aún más las desigualdades en el acceso a la agricultura. Por lo tanto, el desafío es aún más complejo para quienes llegan al sector sin un legado agrícola.

“El precio de la tierra agrícola se ha vuelto tan elevado que resulta inaccesible para los jóvenes agricultores”, confirma Hervé Paul, alcalde de Saint-Martin-du-Var, ilustrando perfectamente este reto.

Enfoques innovadores emergen

En respuesta, los territorios están ideando soluciones creativas. En Francia, municipios como Saint-Martin-du-Var están adquiriendo tierras agrícolas para facilitar el asentamiento de nuevos agricultores. “El objetivo es mantener una producción agrícola local de alta calidad, con productos típicos del arte culinario de Niza”, explica Hervé Paul, cuya localidad invirtió un millón de euros para adquirir tres hectáreas, lo que ha permitido a varios jóvenes horticultores establecer cadenas de producción de suministro corto.

Este caso no es aislado, según Yuna Chiffoleau, investigadora del INRAE que trabaja especialmente en agricultura local y en circuitos cortos: “Actualmente, las instalaciones de jóvenes agricultores se producen con mucha más frecuencia en canales de suministro corto, particularmente en la horticultura. Esto representa un cambio importante en la población agrícola. Para aquellos que se reorientan hacia estos circuitos, hemos demostrado en muchos casos que las prácticas están cambiando, haciéndose más respetuosas con el medio ambiente”.

Autor: Katleen De Coninck

Esta tendencia responde a varias aspiraciones: ofrecer productos que se diferencien de los estándares industriales, priorizar el sabor sobre la productividad y reducir el impacto ambiental. Estos cambios también reflejan la evolución de las preferencias de los consumidores, que cada vez demandan más transparencia en la producción de alimentos y priorizan la responsabilidad medioambiental.

Movimientos similares están marcando la diferencia en toda Europa. Italia, por ejemplo, lanzó “Land Generation”, un ambicioso programa que ofrece préstamos y bonificaciones a agricultores menores de 41 años, muchos de los cuales priorizan la agricultura de proximidad.

En Alemania, cooperativas como Biotop Oberland demuestran que la agricultura comunitaria es posible, combinando la producción local con la implicación colectiva. Esta cooperativa opera mediante pequeñas unidades autónomas responsables de tareas específicas, incluida la horticultura, lo que refuerza la agricultura local a pequeña escala.

Países Bajos ofrece otro modelo innovador con Land van Ons, una cooperativa que permite a los ciudadanos comprar conjuntamente tierras agrícolas para desarrollar una agricultura sostenible y restaurar la biodiversidad. Con una cuota anual accesible de 20 euros, los miembros obtienen voz en la toma de decisiones y pueden visitar las granjas, fomentando conexiones reales entre agricultores y comunidades locales. Para 2022, Land van Ons contaba con 23.000 miembros y poseía 275 hectáreas de tierra. Esta iniciativa no solo ha generado conciencia sobre la agricultura sostenible, sino que también ha empoderado a los ciudadanos para que desempeñen un papel activo en el futuro de la agricultura.

Landgenoten es una organización belga que apoya la agricultura sostenible adquiriendo tierras de cultivo y haciéndolas asequibles y accesibles para agricultores orgánicos. Trabajan con un modelo cooperativo en el que ciudadanos, empresas y organizaciones pueden invertir. De este modo, Landgenoten ayuda a los jóvenes agricultores a acceder a tierras de cultivo y a contribuir a una producción de alimentos sostenible y local. Su objetivo es asegurar las tierras agrícolas para el futuro y promover prácticas agrícolas sostenibles.

Autor: Sara Lasauca Mora

Circuito corto: un camino hacia el futuro 

Se está llevando a cabo una transformación cultural. Los nuevos agricultores están reinventando su profesión, haciéndola económicamente viable, ecológicamente responsable y socialmente atractiva. Estas iniciativas locales demuestran que es posible un modelo agrícola alternativo: más cercano a los consumidores, más respetuoso con los territorios y con los propios agricultores.

Autor: Stéphane Garner

En Francia, herramientas normativas como los “projets alimentaires territoriaux” (PAT, proyectos alimentarios territoriales) están ayudando a generalizar este tipo de iniciativas. Ya se han firmado más de 400, reuniendo a diversos actores del sistema alimentario local, incluidas autoridades locales, escuelas, productores, procesadores y consumidores. Este enfoque ha dado lugar a proyectos ambiciosos, como en el área metropolitana de Burdeos, donde varias municipalidades ahora apoyan a jóvenes agricultores, especialmente a aquellos que buscan establecer operaciones de horticultura.

Autor: Stéphane Garner

Entre 2010 y 2020, la Unión Europea perdió más de 3 millones de explotaciones agrícolas, lo que ha llevado a una creciente concentración de las actividades agrícolas. La urgencia de revertir esta tendencia es real. Las pequeñas estructuras, la agricultura de proximidad y los jóvenes agricultores forman parte de la solución.

Autor: Thibaut Schepman