Mel Benaiges Lliberia: de la fascinación por las abejas al oficio de apicultor

Aleix es un joven apicultor de Rasquera (Tarragona). A sus 16 años inició su camino en el mundo apícola, guiado por la curiosidad y la atracción por las colonias de abejas y su organización social (en ocasiones integrada por hasta 60.000 individuos). Su interés le hizo adentrarse progresivamente en este mundo, y lo que era un hobby se convirtió en su profesión. Hoy está al frente del proyecto Mel Benaiges Lliberia, un emprendimiento que lleva a cabo con una profunda vinculación al territorio.

A través de nuestra charla, y como si de la narración de un cuento se tratara, nos sumerge en los ciclos de la naturaleza y nos explica cómo cuando los seres humanos no interferimos a través de nuestra actividad productiva, sino que más bien acompañamos y dejamos a la naturaleza actuar, los resultados son magníficos, a la vez que deliciosos. Como en el caso de su miel. Poesía detrás de estas colonias de insectos que incluso tienen su propia danza para comunicar a las abejas extractoras dónde se encuentra el néctar que posteriormente convertirán en miel.

Cuéntanos un poco acerca de ti, ¿cuándo y por qué decides convertirte en apicultor?

Mi familia proviene de una larga tradición agrícola y por eso desde pequeño he estado muy en contacto con la naturaleza. A los 16 años me empeñé en comprar cuatro colmenas sin tener ningún tipo de conocimiento previo. Lo hice porque tenía mucha curiosidad por el mundo apícola y por conocer cómo se obtiene la miel. Durante mis estudios de bachillerato empecé a leer libros sobre apicultura y a empaparme de teoría, pero no fue hasta que apicultores profesionales me llevaron a ver cómo trabajan en sus colmenas para poder entender cómo funciona el mundo de las abejas (que ya os adelanto que es bastante complicado, a la vez que asombroso) que decidí convertirme en apicultor. Esa inquietud de querer saber más sobre ellas hizo que se convirtiera en mi afición.

¿Qué es lo que te maravilla de las colmenas de abejas que te ha motivado a convertirte en apicultor? 

Mi pasión por la naturaleza me llevó a estudiar un Grado en Física y posteriormente un Máster en Meteorología en la Universidad de Barcelona. A la vez que cursaba mis estudios empecé a multiplicar el número de colmenas y a comercializar mi miel. Me di cuenta de que mis clientes estaban muy entusiasmados con mi miel natural y eso hacía que al cerrar el ciclo de mi producto me sintiese muy satisfecho con mi trabajo. Empezaba a tener clientes nuevos gracias al “boca a boca”. Ello me llevó a dar el paso y presentarme por primera vez al 32º Concurso de Mieles realizado anualmente en El Perelló, donde compiten grandes profesionales del sector. Para mi sorpresa, gané el premio de la segunda mejor miel de alta montaña. También realicé un packaging que transmitiera los valores que me guían: pasión, trabajo artesano, juventud e innovación. Todos esos ingredientes, entre muchos otros, me motivaron y me impulsaron a convertirme en apicultor. Poco a poco mi pequeño hobby se estaba convirtiendo en un trabajo con el que disfrutaba muchísimo y ya empezaba a tener un pequeño rendimiento económico. ¿Qué más podía pedir?

¿Como es el día a día de tu profesión? ¿Con qué retos te encuentras?

El trabajo de apicultor es muy diferente dependiendo del momento del año en que estemos. En invierno las abejas presentan una menor actividad y es cuando el apicultor prepara el material para la inminente primavera. En esta etapa preparamos panales nuevos con cera estampada para que las abejas puedan depositar la nueva miel, y así renovar la cera vieja por la nueva. Esto también nos permite preparar colmenas para los nuevos enjambres.

Con las primeras flores de almendros se da por empezada la nueva campaña, desde este momento tenemos que revisar periódicamente las colmenas para ver cómo evolucionan, tanto en la producción de miel como en la salud de la comunidad. Si todo funciona según lo esperado y el año es idóneo, durante la primavera y el verano iremos recolectando la miel y multiplicando las colmenas.

Cuando llega el otoño es cuando mayor importancia tiene la sanidad apícola, tenemos que revisar bien cada colmena para asegurarnos que su salud sea buena. Y como estamos fuera de época de mielada es un buen momento para realizar los tratamientos sanitarios. También es el momento para preparar las colmenas para el invierno, quitando los panales con cera vieja (y reciclarla), equilibrar sus reservas de miel y, si es necesario, proporcionarles algún complemento vitamínico preparado especial para abejas, por si el invierno es largo y duro.

Explícanos un poco sobre las distintas variedades de mieles que ofreces y de dónde procede cada una, cuáles son sus peculiaridades.

Mis colmenas pasan el invierno en las montañas de Rasquera (Tarragona), donde hay una flora totalmente mediterránea, predominando el romero, brezo, tomillo, entre otras plantas nectíferas. También me interesa que haya algunos campos de almendros no muy lejos, para que las abejas puedan comer del primer néctar del año.

Cuando el romero empieza a florecer, quitamos la miel de los panales que no han consumido durante el invierno. Esta miel será de mil flores porque son néctares procedentes de flores de verano, otoño, invierno y de las primeras que hay al año (como almendro y rabaniza). De este modo, evitamos mezclar mieles y dejamos las colmenas listas para que se llenen de miel de romero, una miel muy clara y fina a diferencia de la de mil flores que suele ser más oscura al tratarse de flores verano/otoño, con sabores más intensos.

Cuando la floración de romero se termina (a principios de abril), quitamos la miel de romero y justamente es cuando empieza la floración del mandarino. Entonces, trasladamos las colmenas a Tortosa donde se encontrarán unos campos llenos de flor de mandarinas perfumados por el característico olor del azahar. A principios de mayo, una vez terminada la floración, quitamos el excedente de miel de mandarina: una miel que recuerda el aroma afrutado, más bien cítrico, con notaciones ácidas y un color muy claro,  ¡mi favorita!

A medianos de mayo, habitualmente, es cuando el Pirineo está preparado para recibir nuestras abejas. Después de viajes de 4h de camino durante la noche, dejamos las colmenas en increíbles paisajes y prados de alta montaña, donde durante todo el verano irán recolectando el néctar de diferentes flores silvestres. Nuestras colmenas pasan un verano fantástico y fresco, ya que se encuentran agrupadas en diferentes sitios que van des de los 1.400 m hasta los 1.900 m de altura.  En esta época es cuando envidio a mis colmenas y suelo alargar unos días mi estancia en el Pirineo para poder descansar.

Antes de los primeros fríos de otoño, vamos a quitar solo un poco de miel del Pirineo, porque se trata de la última cosecha de miel y hay que dejar unas buenas reservas en nuestras colmenas para el invierno. Esta miel, etiquetada como miel de Alta Montaña, suele ser distinta dependiendo de la altura y sitio de donde hayan estado (prados o bosques), por tanto, puede ser desde una miel clara y suave (prados a grandes alturas), hasta una miel oscura y con más cuerpo (cerca de bosques y menos altura). En todo caso, es de las mejores mieles según mis clientes.

Explícanos como es el proceso de extracción de miel de la colmena hasta que llega a nuestra mesa.

Las abejas pecoreadoras absorben con su lengua el néctar de las flores que visitan, lo introducen en su buche (estomago falso) y vuelven a la colmena, donde se lo entregan a las obreras jóvenes. Dentro de la colmena, la primera abeja almacenista pasará el néctar al buche de otra, y así sucesivamente hasta que la última deposita el néctar ya deshidratado y modificado por las enzimas de la saliva de las abejas en una celda. Las obreras van rellenando todas las celdillas al mismo tiempo que reducen la humedad de lo que posteriormente será la miel, removiendo el aire de dentro de la colmena. Cuando la miel está elaborada, es decir con la humedad justa (17%), la celdilla es operculada con cera con el fin de evitar que se reabsorba el agua del medio y fermente. En este momento es cuando se puede recolectar la miel.

La extracción de la miel la realizamos de forma artesanal y en el mismo apiario para obtener un producto fresco sin que pierda ninguna de sus propiedades y aroma. Escogemos los panales idóneos para sacar la miel, siempre dejando una buena ración para las abejas. Quitamos el opérculo del panal para que la miel pueda salir cuando metamos los diferentes panales en una máquina centrifugadora, y una vez vacíos los devolvemos a las colmenas. Ahora solo queda realizar el filtrado de la miel para quitar restos de cera, polen o alguna impureza y dejamos la miel unos días para que acabe de madurar. Finalmente, realizamos el envasado de la miel en las propias instalaciones para poder ser ofrecida a los consumidores.

Las colmenas de abejas tienen comportamientos muy interesantes, cuéntanos alguna característica que te llame especialmente la atención.

La abeja es mayormente conocida por su comportamiento organizado, ya que forma colonias constituidas por miles de individuos y cada uno tiene una función por realizar (hasta 60.000 individuos por colmena). En la colmena conviven 3 tipos de abeja: la reina, las obreras y los zánganos. La abeja reina es la madre de todas/os, ya que es la única que puede poner huevos cumpliendo su función reproductiva. Las obreras son hembras estériles y se encargan de limpiar el panal, recoger el polen/miel y cuidar a las crías. Y los zánganos solo se encargan de aparearse con la reina.

Sin duda lo que más me llama la atención es cómo se comunican entre ellas, la conocida danza de las abejas, descubierta en la década de los años 70 por el investigador Karl von Frisch. Cuando una pecoreadora encuentra una buena fuente de alimento, regresa al panal y realiza una especie de danza con el objetivo de compartir información sobre la ubicación de las flores. La distancia hacia las flores depende de la duración del meneo (agitaciones del abdomen), cuanto más lejos se encuentran las flores, más larga es la línea del meneo. La comunicación de la dirección es más complicada y abstracta. La orientación de la abeja bailarina durante su baile indica la ubicación de la fuente de alimento en relación con el sol. Es decir, el ángulo que adopta la abeja, con relación a la vertical, representa el ángulo de las flores respecto a la dirección en la que está el sol fuera de la colmena. Pequeñas, pero inteligentes, ¿eh?

¿Qué practicas empleas para preservar las abejas y no dañar el equilibrio natural de las colmenas?

Como apicultor, mi intención es realizar una apicultura sostenible, preservando la salud de nuestras abejas y respetando siempre el medio ambiente. ¿Cómo lo hago? Primeramente, siempre pongo mis colmenas en lugares que tengan un entorno lo más ecológico posible, el mejor sitio es en medio del monte. De este modo evito directamente problemas causados por la agricultura intensiva, ya que los insecticidas son uno de sus grandes adversarios. En el mundo apícola existen una gran variedad de enfermedades y hay que estar siempre atento en las revisiones. Poco a poco van surgiendo tratamientos ecológicos y nosotros ya hemos empezado a utilizarlos. De este modo tendremos unas abejas más sanas y una colonia más fuerte. En el momento de la cosecha solo extraigo el excedente de su miel, ya que es muy importante dejarles siempre una buena ración de miel para que puedan sobrevivir en momentos de sequía o frío.

¿Puedes explicarnos la importante función polinizadora que tienen las abejas en nuestros montes y espacios naturales, y por qué son claves en el mantenimiento de la biodiversidad y el equilibrio ecológico?

Las abejas desempeñan un papel importante en la polinización de las flores, siendo el principal tipo de polinizador en los ecosistemas. Durante la recolección de néctar, las abejas transportan el polen de flor en flor y, de esta manera, fertilizan las plantas. Mediante este proceso se produce la germinación de las semillas y el crecimiento de los frutos. Se estima que un tercio de la alimentación humana depende de la polinización por insectos, la mayoría de este proceso se lleva a cabo por las abejas. Por tanto, sin abejas la polinización sería muy escasa, provocando una insuficiente reproducción de plantas y, en consecuencia, de frutos. Sin plantas y sin frutos no habría alimentos para la mayoría de los seres vivos, incluidos los seres humanos.

El número de colmenas se está reduciendo enormemente en las últimas décadas a lo largo del globo. ¿Cuáles son las causas?

Sí, ya hace unos cuantos años que se observa un descenso del número de colmenas a nivel global. Existen diferentes causas que, con mayor o menor peso, afectan a la desaparición de estos insectos. Los más importantes son:

– El uso indiscriminado de pesticidas, sobre todo en campos de monocultivo. Al aplicarlos, si entran en contacto con la abeja, muere de forma instantánea porque es muy sensible a los productos químicos.

– Parásitos como los pertenecientes al género Varroa, u hongos como Nosema ceranae, entre otros, pueden provocar importantes mortandades en las colmenas afectadas, llegando incluso a provocar su desaparición.

– El cambio climático que da lugar a ciclos de temperaturas anómalas, precipitaciones intensas o sequías prolongadas en determinadas épocas del año y en áreas donde no son habituales. Todo ello hace que los ciclos de las plantas y los periodos de floración se alteren, con consecuencias directas en la actividad de las abejas.

– La presencia de especies invasoras altamente predadoras de las abejas autóctonas, como ocurre con la avispa asiática (Vespa velutina), originaria de Asia.

¿Qué podemos hacer a nivel individual para corregir esta tendencia?

Para aquellas personas que se preguntan qué podemos hacer para ayudar a nuestras abejas, hay algunos consejos sencillos que pueden contribuir al cambio desde pequeñas acciones. Entre ellas se encuentran promocionar y comprar alimentos provenientes de la agricultura ecológica, preservar zonas naturales, conservar especies de flora autóctonas, no transportar especies de otras zonas en nuestro territorio y, en las medidas de nuestras posibilidades, combatir el cambio climático. A la hora de comprar los productos que nos proporcionan las abejas es muy importe localizar apicultores de proximidad, ya que nos garantizan un producto de calidad y, además, contribuimos con su preservación.

Para terminar la entrevista, ¿qué planes tienes para el futuro?

Como podéis ver el sector apícola se enfrenta a muchos problemas y parece que en el futuro se van a intensificar todavía más. Mientras pueda seguiré cuidando de ellas e intentaré seguir ampliando mi colmenar. Paralelamente tengo en mente otros proyectos, este invierno por ejemplo voy a empezar a comercializar el aceite de oliva virgen extra que mi familia lleva cultivando por generaciones, puesto que probamos vender una parte de la cosecha pasada y ¡fue un gran éxito! Así que pronto lo encontraréis disponible en mi catálogo de ¡La Colmena Que Dice Sí!

Entrevista de Flavia Laurencich, Responsable de la Colmena de Navas – La Inquieta (Barcelona) y de la Colmena Cala Romana – Can Stella (Tarragona)

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