Día Mundial de la Alimentación: Cocina de aprovechamiento

Cambio el tono y me pongo un poco más seria para hablar de un tema no menos importante en el ámbito de la alimentación, nutrición y salud: ¿cómo podemos reducir los desperdicios alimentarios desde nuestras cocinas? Hoy hablamos del Día Mundial de la Alimentación y de todo lo que sin darnos cuenta podemos hacer por la sociedad, el medio ambiente y nuestro bolsillo.

En 1945 nació la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, comúnmente conocida como la FAO. Para conmemorarlo, cada 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación, motivo por el cual, más de 150 países de todo el mundo organizan eventos en base a una temática que aunque es diferente cada año, mantiene su esencia en la unión de fuerzas por un mundo libre de hambre y de pobreza.

La FAO trabaja junto a gobiernos, empresas, agricultores y todo el que se preste para conseguir lo que denominan #HambreCero, focalizando su esfuerzo en los lugares donde predomina la pobreza y zonas rurales donde habitan las personas que más hambre sufren.

La mala gestión de los recursos hace que una parte del mundo se muera de hambre y la otra esté sobrelimentada y es un hecho que todos tenemos claro, pero ¿alguna vez te has parado a pensar qué está en tu mano para minimizar el problema? ¿Qué puedes hacer para reducir los desperdicios anuales alimentarios? Ahí va el dato: Un tercio (recalco, UN TERCIO), de la producción alimentaria, se desperdicia a lo largo de su producción/recolecta, distribución y uso final, y sobre eso, amigo consumidor, tenemos gran parte de responsabilidad, y ya no solo frente al hambre mundial y el mal reparto de los recursos si no en sostenibilidad y medio ambiente, con nosotros mismos y nuestras sociedades futuras.

Es por eso, que te traigo una serie de recomendaciones que podemos llevar a cabo para minimizar el problema y que los desperdicios desde nuestras cocinas sean los mínimos:

OLVÍDATE DE LOS “POR SIS”. Te pongo algunos ejemplos porsi te suenan:

  • Tener la nevera llena de latas de todas las bebidas habidas y por haber por si llega esa visita inesperada. Lo mismo se aplica a la cantidad de saladitos, patatitas, y snaks varios que quedan al fondo de la despensa enranciándose o peor aún, en nuestro estómago desplazando a otros alimentos que terminan caducando en la nevera (¡hola yogures del mundo!).
  • Tener la nevera llena de comida para que siempre haya de todo y nunca falte de nada.
  • Comprar de todo por si nos apetece para cenar esto o lo otro.

PLANIFICA Y HAZ BUENA LA GESTIÓN: Planifica la compra, y planifica las recetas que cocinarás durante la semana ¿qué vas a necesitar? ¿Qué cantidades? No compremos al tuntún, que no lo necesitamos… De verdad, ojo a comprar demás. Tirar comida por haber comprado/cocinado más de la cuenta y que termine poniéndose mala está a la orden del día. El mejor consejo es comprar una vez agotemos lo que tengamos en la nevera. Digámosle adiós al miedo de la nevera vacía.

Hago aquí un parón para gritar a los cuatro vientos lo siguiente: “Por favor, no tirar alimentos cuya fecha de CONSUMO PREFERENTE haya caducado. Significa preferente, no que no nos lo podamos comer y/o aprovechar.

ATRÉVETE A CREAR: No hay nada más satisfactorio que innovar con una receta nueva y descubrir un nuevo festín de alto standing para nuestro paladar. Utiliza los ingredientes que tengas en casa y con ellos crea tu propio recetario. Algunas combinaciones seguramente no te terminen de convencer, pero desde ya aseguro que cuando das con una receta “top”, presumes de ella hasta el infinito y más allá, y esto, amigos, no se consigue siguiendo libros de cocina al pie de la letra. Se consigue sustituyendo ingredientes por “lo que hay”. Hablamos de cocina de aprovechamiento.

REUTILIZA: No tires ese plátano abandonado en el frutero que ha mutado de amarillo a negro, puedes hacer en un plis plas unas ricas galletas triturándolos junto a copos de avena y cacao en polvo y horneando unos minutos; prepara caldos con las partes feas de las verduras o con los troncos de brócoli; añade canela en polvo a esa manzana mustia y cocina al micro unos minutos para tener una rica compota… De verdad, esto da para otro post.

CONGELA. Congelados, los alimentos duran mucho tiempo sin perder sus propiedades, al igual que la comida cocinada. Por ejemplo, un buen truco contra el pan que termina siendo invadido por capas y capas de moho, es hacer rodajas al comprarlo y congelarlo. Después con ponerlo en el tostador directamente es suficiente para que vuelva a quedar crujiente.

COMPRA LOCAL Y DE TEMPORADA. Adopta esas manzanas no tan bonitas como las enceradas del súper que vienen de las antípodas, pero llenas de sabor, cultivadas y recolectadas por ese agricultor al que directamente le pones cara.

DONA ALIMENTOS. Esto no hace falta ni que lo explique.

¿Te comprometes a tomar conciencia y mejorar tus elecciones de compra y consumo de los alimentos disponibles?

Quizás, que la FAO se crease el año que terminó la segunda guerra mundial nos quiera decir algo. Quizás la paz mundial comience en nuestras cocinas.

Artículo escrito por Victoria Fagúndez Rodríguez, Dietista – Nutricionista. Podéis seguir a Victoria en su página de Facebook e Instagram.

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