El binomio viajes-gastronomía conquista a viajeros de calidad

El patrimonio gastronómico es capaz de captar la atención de viajeros apasionados por descubrir la autenticidad de la comida local, a la vez que abre el abanico a experiencias mucho más profundas de conocimiento sobre el territorio que visitan.

Empieza la temporada por excelencia de las vacaciones estivales precedida por la atomización de información con listados de los mejores restaurantes del mundo, reportajes sobre cocineros a los que piden autógrafos como a estrellas de cine y la aportación de tantos blogueros y foodies que comentan sus descubrimientos sobre cada lugar que visitan. Así que para no repetir nombres de establecimientos famosos, nos interesa aproximarnos al binomio viajes-gastronomía y a la toma de conciencia sobre cómo la cocina promociona la imagen de un país de una manera innovadora, con el poder de conducir a esos ávidos visitantes hasta los campos, huertas y obradores artesanos donde surge la base esencial de la cocina de éxito: el alimento.

Con las redes sociales, difundir la economía local de una región, está al alcance de todos

Con las redes sociales, difundir la gastronomía local de una región, está al alcance de todos

La identidad gastronómica: un valor que atrae a visitantes de calidad

Los agricultores, pastores, pescadores y artesanos son los guardianes de la biodiversidad agroalimentaria que en una renovada alianza de confianza con los cocineros, construyen una red orgánica que destaca la importancia de unirse desde el respeto y la valorización del trabajo de cada una de las partes involucradas. Esto contribuye al desarrollo del enorme potencial de un modelo de turismo sostenible y de calidad que revitaliza la economía local, con la satisfacción de participar en el proceso de integración que va desde el productor hasta el talento y la creatividad del chef, sus recetas y equipo, para deleitar los paladares de ciudadanos, visitantes, viajeros y turistas que buscan calidad… y algo más.

Esta forma de trabajar unidos en todo lo relacionado con el alimento es casi una metáfora de las abejas -esos frágiles y amenazados animales indispensables para el equilibrio del ecosistema- y el funcionamiento de una colmena. Una comparación que simboliza a productores y cocineros comprometidos con los alimentos como fuente de salud, preservación de los recursos del planeta y del disfrute con sentido de responsabilidad, ejerciendo, muchos sin saberlo, de agentes promotores de la cultura e identidad de su localidad a favor del bien común.

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Las comidas en las fincas de los productores refuerzan el valor cultural y gastronómico ligado al territorio

Cada persona que se interesa por visitar huertas, mercados, fotografiar sus productos, hablar con productores y tenderos está ahondando en el conocimiento de la identidad, la idiosincrasia y la realidad local que vincula sin unificar, porque los productores de alimentos y los cocineros se mueven en un territorio de generosidad empleando el lenguaje de la gastronomía para el acercamiento entre las personas. En torno a una mesa y su comida se suceden momentos espontáneos propios de la degustación y el disfrute, así como la elección de un establecimiento comprometido con ese enfoque de la gastronomía, representa un apoyo transversal por parte del comensal, a la cadena de personas que trabajan bajo estas premisas.

La buena vida del verano, con consciencia

La buena vida del verano, con consciencia

Muchas veces estos actos pasan inadvertidos, pero la facilidad de compartir información ha empoderado a los consumidores con la toma de conciencia de que sus elecciones son importantes. De esta manera, sube el nivel de exigencia de todas las partes involucradas en la búsqueda y disfrute de esas experiencias gastronómicas que apoyan la creatividad y animan a mantener el esfuerzo sostenido de aspirar a la excelencia; como el trabajo cotidiano y discreto de la metáfora de las abejas de cada colmena, que poco a poco da como resultado nuevos modelos de consumo y disfrute.

Viajar es una de las mejores formas de exponerse al cambio, y puede que sea la comida la que conquiste el paladar y las historias de los alimentos las que polinicen el pensamiento, regresando a casa con ese intangible “algo más” de la autenticidad de las experiencias.

Escrito por: Irene Zibert Van Gricken

www.food-marketing.es

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