Al pan pan… :)

Ay… El pan. Alimento sagrado para los panarras, para los que incluso cuando estamos bajo los efectos de una letal resaca, hacemos el esfuerzo de arrastrarnos a la panadería más cercana para acompañar esa comida que promete acabar con todos nuestros males y que sin ese pan no sabrá a lo mismo.

El pan es, simplemente maravilloso. Es cierto que vivimos etapas de relación amor-odio con el este alimento, como cuando nos ponemos a dieta y le echamos la culpa de todos nuestros males. Sin embargo, qué gozada tomar una buena cena con unos buenos quesos, un buen vino y un buen pan. Y ¿que me decís del placer de comerse un bocadillo de jamón serrano con un poco de tomate untado? Hay mucha gente que incluso disfruta comiendo pan solo, sin más; en España se dice aquello de: pan con pan, comida de tontos, pero ¿quién se resiste, ya entrada la hora del almuerzo, a comerse un pellizco de la barra volviendo a casa camino de la panadería?

Nos gusta el pan sí. Sin embargo las estadísticas dicen que en España baja su consumo y asimismo aumenta el número de obesos. ¿Estamos perdiendo nuestro lado tan panarra? Parece ser que sí, y no me extraña, porque una vez alabado este alimento, he de reconocer que vivimos rodeados de mal pan, me atrevería a decir sitiados. Pan con un sabor, una textura… que lejos tiene que ver con la celestial sensación que nos provoca el buen pan y que he intentado sintetizar en las primeras líneas.

No obstante en esta España de pan industrial e insípido son muchos los que empiezan a rebelarse. Han proliferado, en estos últimos años, panaderías y panaderos que pretenden despertar entre los consumidores de pan esa sensación tan de magdalena de Proust.

Se está haciendo buen pan y seguro que en algún sitio de nuestro barrio y además, merece la pena ir a comprarlo. ¿Por qué? He aquí una breve lista de causas por la cuales merece la pena que nosotros, los consumidores, vayamos a la búsqueda del buen pan.

1. Los ingredientes. Sólo hay que leer el interminable listado de ingredientes que aparecen en el etiquetado de un pan de supermercado: conservantes, antiapelmazantes, emulsionantes… ¿Acaso no era el pan un alimento básico? Un buen panadero te garantizará que su pan esta hecho con harina de buena calidad, agua y levadura.

2. El sabor. ¿Compramos pan simplemente por comer con pan o queremos que ese pan además sea una delicia? La respuesta está clara y la decisión es nuestra.

3. La textura. Es el respecto de los tiempos en la elaboración es lo que marca este resultado. Un buen pan tiene una corteza recia y crujiente y por dentro es esponjoso y con agujeritos; lo dice el refranero español: el pan con ojos, el queso sin ellos y el vino que salte a ellos.

4. La conservación. ¿Cuántas veces a la semana nos tenemos que deshacer de esos restos de pan duro que no nos sirven ya ni para un gazpacho? El pan industrial tiene una vida muy triste y muy corta. Si compramos un buen pan artesano nos aseguraremos muchas veces no tener que comprar pan en días, y aunque su precio sea más elevado, nos compensará con creces ya que nunca terminará en el cubo de la basura.

5. La compensación económica. (Vista en el punto 4)

6. Y por último ya, una causa que es común, y es la protección del patrimonio gastronómico de nuestro país. No abandonemos nuestro lado panarra, transmitámosles a las próximas generaciones el gusto por lo sencillo y lo bueno que muchas veces, y dadas las circunstancias, es de lo poco que nos quedará.

Amigos creo que ha quedado claro, en esta época tan revival del new age que estamos viviendo, en la que nuestra única máxima parece ser la búsqueda de la felicidad constante ¡hacedme caso! Apostad por el buen pan ¡seréis un poquito más felices!

 
Colaboración de Reyes González de MadridComestible

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